Sin importar cuántas veces nos rompan el corazón en la vida, nunca estamos preparados para ese golpe de piñata. Se supone que lo que vivimos nos prepara, pero es falso. En realidad cuando viene una vez más reviven los fantasmas, el rechazo, las inseguridades, todo se vuelve a sentir como si fuera la primera vez que alguien te rechazó, que alguien te lastimó, es como volver a vivirlo.
La primer caída del pasamanos, con la jeta en el suelo, tu papá corría a consolarte pero tú llorabas con el cachete sangrando. La primera vez que el chico que te gustaba se fue con otra, tú pensabas que eras menos bonita, que eras morenita, que eras menos atractiva, y sigue pasando. La primera vez que te dejaron por tu mejor amiga, así, en silencio, cobarde, sin huevos, sin valor, con una promesa rota, con la vergüenza entre las piernas por haber entregado tu amor, así se vuelve a sentir veinte años después, igual. La primera vez que chocaste y dijiste una mentira para tapar tu travesura, así de mal se sigue sintiendo mentir, horrible, oscuro, pastoso, lodoso, en el estómago, libérate. La primera vez que te fumaste un cigarro y te gustó y después te dio cruda de cigarro, pero aún así después de 20 años sigues fumando.
Sin importar cuánta gente opine sobre tu vida, el trabajo interno sólo lo puedes hacer tú, enfrentar tus fantasmas, una vez más, los ataques de pánico, la co-dependencia, la sombra que ensucia el amor con su frío, el foco que se rompió porque lo tiraste al suelo y dejó de iluminar, todo sólo tú puedes hacerlo y vivir el presente, sólo, como si fuera la primera vez, como si de verdad fueras a morirte de tristeza, aunque la experiencia previa te diga que no lo harás y en el fondo de tu alma lo sepas.
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