Thursday, January 26, 2012

Dos días en Oslo


Dos días en Oslo, sola, en mi soledad, caminando por las calles, averiguando qué camión me dejaba en donde quería, escarbando en la soledad de los parques, admirando la soledad de sus elevadísimos precios, hurgando en la soledad de la cocina de un departamento de soltero, lavando los solitarios platos del desayuno con salchichas solitarias recién compradas por alguien que no suele hacer el supermercado, rezagando las miradas perdidas de un Edward Münch al que comprendo perfectamente en su depresión, con este silencio funesto en los paisajes perdidos de la montaña, con estas mujeres hermosas y gélidas como reinas del hielo de la película Narnia, a dos pasos de Svalbgard me siento ya un oso perdido y mi soledad me remonta a tu mirada, y quisiera tanto estar contigo aquí y que vieras, lo solo que está esto sin ti, lo mucho que me haces falta, pero aprender a estar sola es una lección que tu también deseabas que aprendiera, por eso camino de nuevo los zurcos, sola, a veces con Marte, a veces con Roberto, con Armando, a veces con otros mexicanos que están aquí perdiendo la cordura en la soledad, a veces con nadie, a veces contigo en mi mente, camino, camino, camino, alcanzo las últimas horas de luz en la escultura del niño chillón y no hay nadie con quién reírme, por qué me expuse a esta soledad, por qué elegí este camino, por qué insistimos en alejarnos, por qué insistes en hacerme vivir experiencias solitarias con otras personas, acá tan lejos de todo, siendo invisible, en el tranvía, en el subterráneo, en las tiendas en donde no puedo comprar nada con mis solitarios pesitos vueltos coronas, donde los amigos abrazan, invitan pero en realidad no son mis amigos, son amigos de la soledad, sólo por dos días en Oslo.

Tuesday, January 17, 2012

Del desnudo


Del desnudo del plural y la convivencia, construir barreras,
crear muros, bardas, puertas, ventanas, timbres al corazón
Llamadas telefónicas que de nuevo al inicio nos lleven a la conquista,
el cortejo, el “te quiero conocer”, el tan sobado “quiero contigo”
Volver a entregar poemas, flores, chocolates,
ir a tomar un helado, al cine, al parque a caminar,
invitarme a acostarme contigo por primera vez,
…como la primera vez.

Crear del conjunto al singular del corazón,
al espacio para estar solos, después de tanto tiempo de acompañarnos,
cocinar el postre, preparar el café para la esperanza,
la pasta con la salsa del encuentro, la sobremesa del corazón y la gloria.

A la tumba de los enojos, los reclamos y los desencuentros
llevarle flores, veladoras y dejarla atrás.
Asistir al nacimiento de un nuevo ser, una nueva burbuja de amor,
el experimento de dos almas experimentadas que saben
que no se pierde nada volviéndolo a intentar.

Separarse del apego corporal, de la cama juntos,
los ronquidos, las flatulencias, los aromas,
separarse del aburrimiento de lo cotidiano del día a día,
de la costumbre, del saludo matutino con olor a moneda,
de las familias aburridas mirándose en las navidades,
de los aniversarios sin sorpresa, del misionero, del “hasta mañana”.

Del desamor, pasar al romance, del romance pasar al amor
las veces que sea necesario, con las lágrimas que tengan que derramarse,
sean de felicidad o de llanto, sean de miedo o de placer.

Que el agua corra por los caminos de los cuerpos
que limpie la creatividad de nuestras mentes,
y descubra en el infinito de los universos, en una nueva mirada.

Volvernos a mirar, sin esperar encontrar un resultado,
con la infinita posibilidad del todo y de la nada,
de la vacuidad y de lo eterno.

Volver a entregarnos la cajita del corazón,
envuelta con el moño del color que más nos guste,
abrirlas frente al mar y darle alas,
para que vuelvan a volar su propio vuelo.

Monday, January 16, 2012

Serch

La última vez que lo vi, fue en el concierto de The Residents en el Lunario, se veía contento y me dijo: “Te trajeron, ¿verdad?” a lo que yo repliqué: “Pues en realidad yo lo traje a él, vi que iban a tocar y aunque en mi vida los he escuchado creo que me va a gustar por más loco que esté” y se rió. Yo iba con Carlos a ese concierto de música para locos, como le decía su mamá y él iba con sus amigos satelucos, incluyendo a los de Café Tacuba.

Ayer lo volví a ver, se veía radiante, sonriente, con una playera anaranjada y su saco de piel negra, su piel resplandeciente, como si emanara una luz amarilla brillante. Usaba sus lentes como siempre y se acercaba a mi sonriente con cara de travesura mientras me decía: “Tuve que llegar a cancelar mi mail, todo mundo pensó que andaba de parranda” y se reía, como un niño que hubiera robado unos dulces y lo cacharon sus papás. Como yo cuando una vez en la Papelera escolar vi unas canicas brillantes, hermosas en su bolsita de red en la caja, y así nomás se me hizo fácil agarrarlas y metérmelas en la bolsa de mi chamarra, minutos más tarde cuando llegamos al auto, mi yo interno, ese que no puede mentir y se mete en muchos problemas siempre por eso, me empujó a sacar la bolsa de canicas de mi bolsa para presumirla, yo venía sentada en la parte de atrás del vocho anaranjado de mis papás, y volteando a ver a mi mamá le dije: “¡Mira mami, qué bonitas canicas!”. Mi mamá enseguida me dijo: “¿De dónde las agarraste Moni?” y por supuesto con toda mi carota tuve que ir a devolverlas al gerente de la tienda, aceptando así mi culposa acción, a la fecha cada vez que hago una travesura, sé que tarde o temprano van a cacharme.

Como a Sergio, Serch hizo la travesura de morirse, un domingo a las quien sabe qué horas de la tarde o la mañana, lo único que supe fue que lo encontraron en su cama acostadito, con sus piernitas cruzadas y sus brazitos cruzados escuchando a David Bowie. Hace más de un año le habían robado su colección completa de discos, se habían metido a su casa, con conocimiento de causa por supuesto, y hurtaron los casi mil discos que tenía completitos en un mueble especialmente mandado a hacer para eso: Pink Floyd; The Who; The Cure; The Doors; Joy Division; The Residents; todos se fueron en ese robo. Era mi vecino, vecino de los Tacos del Villamelón y cada vez que pasaba por su casa pensaba en él. Fue todo un ejemplo de paciencia, humildad y luz en vida, no se la complicaba, no tenía great expectations, sólo era él, era, siempre era, siempre él, fue un maestro, no se da uno cuenta hasta que se van, pero fue un buda, que siempre tuve cerca y ahí estuvo… ayer lo volví a ver en mi sueño, me abrazó tan fuerte después de su travesura de morirse y se veía tan radiante, que hasta miedo nos daba en mi sueño decirle a la Chio que su muerte era una broma. En realidad era mi sueño, porque si que se nos fue, se fue de revén a otro mundo más bonito que éste donde la gente no se roba los discos de nadie.

Hoy me desperté contenta, cuando sueño con la gente muerta que se ve más bonita es que ya están bien, seguro está bailando con Ian Curtis en el cielo, echándose unas chelas y burlándose de lo mal que lo pasaban, cuando no lo pasaban bien por acá en la tierra. Descansa en paz, mi Serch, mi maestro.