Wednesday, November 20, 2019

¿Cuál era la tarea?

Un mes exactamente participando de ese taller de escritura, el principal patrocinador del mismo ausente, yo comprometida con los nuevos talentos y tratando de hacer algo de valor real. Sin embargo, la realidad nos aplastaba cual tijeretazo al pelo en Estética de pueblo. Mi equipo hablaba de rivalidades por un lado y del otro no tenían ni idea de cómo defenderse ni armar una estrategia correcta, demasiada bondad y poco pensamiento, un elemento fuera de realidad y guerra, torpedo el tiempo enfocado en la táctica y por más que quería enseñarle a dar ese brinco a 9 meses la respuesta era que no quería hacerlo, porque tonta no era, decidía vivir en su mundo de tonterías. Yo debía respetar eso, ahora le pondría un nuevo jefe porque yo no tenia más paciencia para lidiar con los pequeños temas y la falta de decisión de todos los días, si esa nueva persona decidía que se quedara ocurriría y sino debería irse también. Está ocupando el espacio de alguien que si puede hacernos llegar a donde queremos, pero por otro lado los quería, me había encariñado con ese síndrome de Estocolmo en el que uno se enamora de sus captores, era como si al vivir sujeta a ese pequeño mundo y yo tratar de llevarlos a un mejor nivel tuviera que encontrarle un sentido ala vida que después difícilmente podía soltarse. Mi vida tenía un poco más de sentido al intentar guiarlos independientemente del resultado, pero estaba cansada.