Friday, May 11, 2012

LA EXPERTA EN AUTO-DESTRUIRSE

Después de casi tres semanas de estar encerrada empezaba a valorar mi salud como el tesoro más preciado, no era sino hasta ahora que me daba cuenta del valor de mis vísceras, esas de las que durante tanto tiempo renege y a las que ataqué con toda clase de sustancias y alimentos dañinos, naturales, sintéticos y hasta uno que otro pensamiento fatalista y suicida. Ahora que me faltaba la vesícula por consecuencia o por causas desconocidamente genéticas según indicaba el médico, la computadora se había vuelto mi arma, apenas descubriendo que en el encierro de mi propia mente y espacio, de visita en la casa de mi amor, ni las películas de Jodorowsky, ni la música pacheca de Royksopp podían salvarme, sino la meditación, la reflexión y la escritura serían la única salida a aquellos episodios de euforia y decepción, que me acompañaban. Pensaba en guiones de películas, fotografías, instalaciones de arte contemporáneo, fotografías como el tapón de la olla express de mi cabeza, si tan sólo pudieran ver lo que yo veía, pensar lo que yo pensaba… pero no es artista el que es sensible sino el que sabe expresar la sensibilidad. No es genio el que piensa sino el que se arroja sobre la vida escupiendo sus ideas y además le atina al blanco. Así pues, me decidía a empezar esta vez sí, el proyecto grande de mi vida, el libro, la película, el Jarri Ploter de la depression del adulto contemporáneo. Quería ser la JK Rowling de los pobres y mientras leía propaganda de AMLO y posteaba imagenes ridiculizando al próximo presidente de nuestro país en Facebook, comía un arroz disque estilo chino con pollo, sólo porque le eché soya, como protagonista de mis ya predecibles menús de dieta blanda indicados por el doctor que me había metido el cuchillo al vientre hacía solo 13 días. De tanto comer pollo ya me estaban saliendo plumas, de tantas plumas ya me estaban creciendo alas, pero aún no podia volar y cada vez que las poquitas alas empezaban a aletear, se caían a pedazos y se las comían mis perros Chankla y Tomate. El candidato a la presidencia por el Partido Revolucionario Institucional había visitado en aquellos días las instalaciones de la Universidad Iberoamericana como parte de sus esfuerzos de campaña, y lo habían sacado de ahí a abucheos, una aparentemente renovada juventud desenfrenadamente psicótica, en el hartazgo del manipuleo se atrevía a gritar palabras como: Cobarde, Asesino, y la expresión No te queremos. Y yo desde mi trinchera de la enfermedad sonreía en mi interior, pero también me asustaba, muchos de los que estaban ahí seguramente eran también hijos de papi beneficiados por un mismo sistema que sostiene la candidatura del peinado caballero. ¿Era acaso esta la verdadera llegada de la revolución sin manos que el conjunto Fobia había compuesto durante mi estadía en la Universidad, y que coreabamos injundiosos con el fuego en el alma, mi grupo musical AIMA y yo? ? ¿O era simplemente el fenómeno mediatico del Big Brother y el caos de una sociedad que ni sabe lo que quiere, pero lo que tiene no lo quiere y lo avienta? Como yo, que con un trabajo que pagó mi operación en uno de los mejores hospitales de México, no tenía ni tantitas ganas de regresar y mi cuerpo estaba haciendo tan de las suyas, que me había saboteado con la recuperación necesitando otros 7 días de incapacidad para lograr estar al 100%. Tomate y Chankla más aburridos de mi propio aburrimiento me miran desde su camita, y yo me pregunto con voz de perro: ¿Será que en estos siete días lograré algo o simplemente será una pausa en mi alienada vida, esa de la que me quisiera deshacer brincando de un puente peatonal mental, cuando no encuentro la salida?

Friday, May 04, 2012


Amo la vida tanto que la odio, pues un día se acaba. Darme cuenta que la reflexión no termina con la adolescencia, y el buscador no se acaba con la madurez, es igual a aceptar que el niño no muere por más que quieran matarlo, sólo se entristece ante la ceguera de los otros por sentirse vivos por siempre, por ganar un juego basado en la nada. En la búsqueda por la inmortalidad el hombre comete cualquier cantidad de fechorías y tonterías, yo me acepto así, como el loco mariposa, el coyote demente, el venado ciego, el perro andaluz, por eso me seguiré tatuando, aceptando que soy una romantica adicta al sufrimiento desde la perspectiva budista y que insisto hasta la enfermedad enganchada en este juego de platos rotos y kola-loka en lugar de corazones; pero al menos es lo único que puedo hacer en mi impotencia por aceptarme ser nada; un grano de arena que desaperece; que está y no está; que es y no es; que vive en los grises de la risa miserable de la vida-muerte, día-sueño, noche-amanecer y que es sin ser, en cada parte de su ser que muere y envejece a cada segundo. Mi piel así como único vestigio de mi existencia quedará pintada de colores para otros, aquellos que me vean morir y desvanecerme en el eterno arenal del tiempo universal, del niño santo; del hikuri; del fuego interno que se apaga en el corporativo de la vida engañada por el logro de ser alguien importante; del alien que se suma para producir engañando a otros y que hoy, en la conciencia del juego muere; y tilda al juego mismo de tener sin tener sabiendo que todo lo perderá menos su despertar; del loco que se avienta a volar sin alas confiando sólo en su locura; de esos mis ojos en la espalda que ya no saben hacia donde mirar y se cierran al embriago del interno silencio, que resuena en los granos de arena del mar.