Friday, February 20, 2009

Vivir


Vivos nos olvidamos que estamos muertos, muertos no sabemos lo que es la vida y en vida una vez más, nos olvidamos de que lo estamos, Desperdiciamos energía en un sin número de acciones sin respuesta, sin expansión, nos preocupamos en lugar de ocuparnos, nos quejamos de lo que tenemos sin valorar nuestro trabajo al generarlo, renegamos de lo que somos como si no hubiera sido eleccción nuestra y nos atrevemos incluso a maldecir a un dios al que nunca hemos visto por eso.

Vivos caminamos por las calles citadinas cabizbajos y sin esperanza como si no estuviera en nuestras manos generar el entorno que deseamos, vivos le robamos al otro para tener nosotros como si no supieramos lo que decretamos en triple acción hacia nosotros mismos al momento de hacerlo, perfeccionamos nuestras tácticas de abuso y recompensa con tal de no enfrentar quien debemos ser y lo que venimos a hacer. Vivos nos mentimos como si no supieramos que en el fondo de su ser la víctima sabe que no le estamos hablando con la verdad, dudamos de los demás por esta falta de honestidad con nosotros mismos y creemos que tenemos que cuidarnos las espaldas.

Vivos nos apropiamos de la gente que amamos, como si ellos nos pertenecieran y nos atrevemos a cortar los lazos de vida y humadidad que debieran ser irrompibles para justificar nuestras ridículas historias, cuentos y telenovelas frustradas de amor, como si no hubiera una ley más grande. Vivos arremetemos contra nuestros cuerpos, poniéndonos como unas tortas inmóviles, comemos hasta el hartazgo como si de verdad no supieramos que nos daña, cortamos nuestros sueños como si lo que pensaran los demás fuera mucho más importante y cremos que para estar bien con nosotros mismos debemos estar bien con los demás primero, como si no entendieramos que el otro es tan sólo un espejo, un reflejo de nosotros mismo y que el único al que debemos obedecer irrevocabemente es a nosotros mismos, como pieza pequeña que somos -parte de un todo perfecto-.

Vivos, quien nos viera, parece que ya estamos muertos, sólo estamos esperando a que nos avisen con nuestro funeral.

Tuesday, February 17, 2009

Tolerancia a la otredad


Hoy me levante intolerante, bueno en realidad no, pero conforme el día fue pasando me fui volviendo intolerante. Todo iba bien, me desperté a las 6:45 a.m. para ir al gimnasio, me puse mis pants y me fui al gym, ahí disfruté mis 45 minutos de ejercicio cardiovascular no sin llamarme la atención que todas las bandas estaban ocupadas y una de ellas no servía por lo que había una lista de espera de casi 20 minutos para la gente, como yo ya estaba acabando me resigné a no correr hoy y seguí con mi rutina de abdomen. Me bañé, me vestí y me dispuse a volver a casa para dejar el auto y venir a la oficina en metrobus y caminando como lo he hecho las últimas 3 semanas para contribuir a aligerar un poco el tráfico de la ciudad y para no gastar en gasolina.
Mi camino de regreso fue un infierno, un tráfico del carajo, como si fueran las 3 de la tarde de un viernes de quincena, pacientemente esperé mi turno en un semáforo y un animal en una camioneta blanca pretendía rebasarme por la derecha evitando que yo pudiera dar vuelta a la derecha en Insurgentes, casi me pega por su falta de cortesía, cerebro y educación vial, tuve que frenarme a medio Insurgentes para que una vez que el señor pasó yo pudiera dar vuelta a la derecha en la famosa avenida y seguir mi camino, así pues seguí y la Avenida de los Insurgentes era una romería, no avanzaba y los autos atorados en las calles aceleraban desesperanzados para poder avanzar antes de que se pusiera la luz roja, así que decidí tomar el atajo de la Nápoles para llegar más rápido y ahí fui testigo de cómo un taxi casi atropella a una chava que venía cruzando la calle, más adelante en Holbein no podía entrar a mi calle por la cantidad de autos que había ahí, finalmente logré llegar a mi casa y ya iba 25 minutos tarde, me bajé a dejar la maleta y procedí a seguir mi camino, caminé por todo Holbein, luego por Carolina hasta llegar a Eje 6 como lo hago todos los días, Ipod enchufada a las orejas y lentes oscuros, llegué a la estación Ciudad de los Deportes del Metrobus, llegó el camión y se abrieron las puertas, había tanta gente ahí como en el Metro Balderas en hora pico, ya me había metido y me salí porque las puertas no cerraban, esperé el siguiente camión... y llegó así que ahora sí me subí porque ya eran las 9:35 a.m.
Proseguí mi camino hasta que llegué a Poliforum y me bajé, fui a comprar mi desayuno y ésta vez no compré café porque en la oficina acaban de poner una máquina mágica de café de a dos pesos la taza, llegué al elevador y había como 36 personas esperando así que igualmente tuve que esperar al segundo elevador, una vez arriba me disponía a servirme un café pero había una bola de 7 personas acordonando la zona de la máquina de café y entonces sí reventé, maldita ciudad, ya no cabemos, somos demasiados, qué pasa? Y cómo es posible que haya parejas que se atreven a tener más de 3 hijos en esta ciudad? Debería de ser como en China, un hijo por pareja, no más! Basta ya de la sobrepoblación!
He dicho.