Thursday, June 14, 2012

Alma de perro

Juego a imaginar que te dejo, que me voy, nos dejamos, la despedida, el ya no me busques, no me llames, aunque insistas ya es muy tarde y todas esas vanalidades de las canciones de los ardidos. Juego a imaginar que te borro del feisbuc, del tuiter, del pitter, y del miter, y de todos los -ucs- y -iters- del amor contemporáneo en donde uno ya nunca más puede dejarse pues siempre está ahí. Juego a imaginar que ya nunca más veo a tu gente, que consigo nuevos amigos, nuevos círculos, triángulos y cuadrados sociales. Intentar otra vida, regresar a la mía, una que no conozco sin ti, dejarte a mis perros, confiar en que vas a cuidarlos porque son parte de mi alma, juego a que dejo de dejar cosas en tu casa, que me llevo todas las mías, hasta lo sombreros, las maletas, la máquina de la abuela -aunque no tenga donde ponerla-, llevarme mi cepillo de dientes, mi shampoo, mi jabón, mi ropa, mi energía, mi pijama, mi alma. Juego a imaginarte con otra mujer y a imaginarme con otro hombre, pero la pesadez me aplasta las ideas y el miedo a perderte me empieza a amarrar el corazón. Luego sólo juego que ya no juego a nada, sólo a tener tu sombra, tu recuerdo, tu misterio, tu rastro, tu camino, tus huellas. Juego a que en un futuro inexistente me daba cuenta de que eras el amor de mi vida y te perdí para siempre en los juegos de dejarnos. Y entonces me quedo quieta, ya no quiero jugar, dejo de divertirme, dejo de fantasear, mi alma de perro sale a flote, me viene el frío al pelaje, la temblorina de la ansiedad, la mirada desmerecedora y prefiero no hacer nada más que dar vueltas como aquellos que están en la calle y antes de acostarse en el asfalto frío y olvidado, hambrientos y con la desesperanza en el hombre, flacos y solos, se disponen a jugar el juego del día: el baño de sol. Entonces sólo juego a imaginar que mi alma de perro, deja de jugar a que juega que te deja y te deja jugar a que me dejas de dejar, para luego dejarnos jugando a que jugamos a que nos dejamos sin dejarnos, bajo el sol.

Tuesday, June 12, 2012

Contigo

Contigo aprendí a mutar, a metamorfear, a descubrirme en la unidad y en el conjunto, en el universo y la lontananza. Aprendí a aborrecerte, a adorarte, aprendí a conocerte a ignorarte, a quererte y a alejarme. El amor que alguna vez pensé que era el amor, desde los lugares comunes contigo adquirieron un nuevo y total sentido, las alas del deseo se extienden por sobre mi cabeza entonando una melodía de libertad que asusta tanto como brincar al vacío. Contigo aprendí a nadar, a conocerme, a reconocer en mi al malvado, al vengativo, al deshonesto, al mentiroso, al tramposo, al vanidoso, al egoísta, al soberbio, al vulgar, y al mismo tiempo al temeroso, al inseguro, al niño consumidor, al que busca aprobación, al que no es nada sin los mimos, al que se deja, se acongoja, se tira, se golpea las caderas por asco a su gordura, descubrí que las palabras son los látigos más profundos para el corazón, que la verdad no siempre ilumina y que el pasado a veces debe quedarse mejor con uno. Has sido el maestro de mi corazón, el extra- terrestre que conquistó mi tierra, el árbol que agarró mi raíz y también el que rompió el concreto de la calle donde pasaban a mirarme los niños y a jugar conmigo, eres la maceta que me quedó pequeña, el parque que me quedó grande, la bici que terminé domando y la motocicleta que me tiró por osada. Después de adentrarme en lo más profundo de mis cuevas, aquellas que ni yo misma conocía, me enseñas como buen maestro una vez más que el camino es con uno mismo y me tomó muy en serio la lección quedándome en el frío del intelecto, mientras descubro la calidez de mi cuerpo y le dejo de contar mentiras a mi nuevo y femino corazón.