Thursday, February 11, 2010

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Wednesday, February 10, 2010

El peor amigo del perro

Por Eduardo Lamazón

Los animales y la naturaleza son poca cosa para el hombre cuando el hombre es
poca cosa. Querer y respetar la vida es un privilegio de personas educadas,
porque labrar el amor requiere esfuerzo e inteligencia.

Los amantes de los perros, los que estamos persuadidos de que los animales
tienen derechos, nos debatimos en un mar de aguas encrespadas por vencer la
indiferencia y la crueldad, patrones sempiternos del trato que el hombre les
provee.

Promovemos la esterilización como el único medio incruento y aséptico de
control de la población canina en las ciudades porque sabemos que casi todos
los perros que nacen en el mundo vienen a padecer un insondable sufrimiento.

Al mismo tiempo reprobamos la industria de las tiendas de mascotas que
venden animales, porque crean relaciones no amorosas que se dan cuando la
compra del animal es por un divertimento pasajero. El niño, por ejemplo, que
compra un perrito como se compra un juguete de plástico, y que después,
cuando el animal crece o la familia sale de vacaciones, lo deja abandonado
porque ya no lo divierte o porque no puede cuidarlo. El que hace un comercio de
vender animales, si vende diez perros reproduce diez perros, si vende cien
perros reproduce cien perros.

Los perros que pueden adoptarse en los albergues tienen una sola diferencia
con los perros de las tiendas de mascotas, y es que están sucios. Se bañan y ya
está. Son tan maravillosos amigos y tan cariñosos como el que trae un estúpido
certificado que pretende avalar su abolengo.

La grandeza de un hombre –la de usted o la mía, si acaso podemos aspirar a
alguna- está en ser bondadoso pudiendo ser malo, porque ser bueno cuando se
está acorralado o no se tiene posibilidad de escoger, no tiene mérito. Ser
piadoso con los seres física o intelectualmente inferiores es un imperativo
moral para el superior, si no, no es superior. Es, al contrario, un esperpento de
arrogancia que pone a su especie, porque sí, por encima de las demás que
habitan el planeta. Es ilógico e inmoral, es vergonzoso para nuestra especie que
siendo el perro el mejor amigo del hombre, sea el hombre el peor amigo del
perro.

La mayoría de los hombres torturan por crueldad, por indiferencia, por
ignorancia, por estupidez o por sádico placer a casi todos los perros del mundo.
Ninguna de estas actitudes son adornos para quienes las ejercen. Suelen decir
“al fin y al cabo es sólo un animal”, expresión irreflexiva y rastrera con la que
descartan sin ver las cualidades del “sólo un animal”, y les niegan derechos.

En estos tiempos difíciles para la bondad y para el optimismo, tiempos de
corazones avariciosos y espíritus devastados, suelen decirme que es pueril
hablar de perros que sufren. “¿Por qué te preocupa el bienestar de los perros
si hay tantos niños hambrientos?”, es algo que escucho y escuchamos todos los
defensores de animales, cada día.

Se pretende que son dos problemas diferentes, uno los niños, otro los perros.
Yo creo que es un solo problema que se reduce a la crisis del hombre y de los
tiempos que vivimos. El planeta da alimento para el niño y para el perro, pero no
lo lleva a sus bocas. Son sus padres y sus amos, sus gobernantes y sus pastores,
sus líderes y sus ilusionistas los que hacen mal reparto de los bienes y de la
justicia.

No sólo los perros y los niños necesitan ayuda y amor. Hay ancianos, seres
hambrientos, individuos enfermos, hombres tristes, solitarios, encarcelados o
adictos a las drogas que mendigan su cuota de solidaridad. Y no es quitar
alimento a los perros para darle a otros desamparados la solución milagrosa
para todos los males. Nada se va a solucionar en el mundo del egoísmo y la perversidad
mientras la conciencia de la humanidad no camine hacia otros rumbos.

Nunca vi a un perro deambulando por las calles buscando a quién morder, nunca
vi a un león trasladándose desde la selva a quitarle la vida a un ser humano de la
ciudad, o a un toro buscando la plaza y a un sujeto vestido “de luces” para
embestirlo. Es el hombre el que apalea al perro, lo amarra con cadenas, lo aísla
y le niega el agua, y después le dice “perro asesino” cuando el animal reacciona,
defendiéndose.

La insobornable fidelidad del perro, que no conoce el más fiel de los hombres,
paga demasiado caro el mendrugo de amor que a veces recibe.

Los perros aúllan su pena eterna, mientras los hombres torpes hacen eterna la
pena de vivir en la oscuridad. Pareciera que se levantan cada mañana a buscar
bienes, bienestar, recursos, pero todo lo estropean. Han cambiado el amor por
el dinero y el buen nombre por el éxito. No respetan al río, al árbol, al perro, al
vecino, al amigo, y alguna que otra vez dicen que no comprenden por qué no hay
justicia, por qué no hay paz.

Desdichados perros. Desdichada humanidad.

Ejercicio de amor


Hace tres semanas, casi un mes saliendo de la oficina en el WTC de la Ciudad de México, se topó en mi camino una perrita cruza de schnauzzer. La primera referencia que tuve de ella fue por una compañera que la vió caminando por la zona, obviamente en condiciones deplorables, greñuda, sucia e incluso pensó que era un perrito por la supervivencia que seguramente había tenido que ejercer en su estadía en la calle. La segunda vez y nuestro encuentro de amor, fue junto al restaurante Fillicori, localizado en la explanada del centro de negocios, ahí estaba tiradita intentando tomar un poco de sol o dormir un tanto, recostada sobre su lomo lateral, me acerqué, le empecé a hablar y ni se inmutaba, respiraba con dificultad, se veía muy cansada, incluso pensé que estaba enferma. Como ví que no reaccionaba mucho seguí hablándole, hasta que me animé a acariciarla, ella -cabe destacar que en ese entonces no sabía que era una ella- recibió mis caricias resignada a seguir su fatídico destino y nisiquiera se movió, sólo me miraba con sus ojitos perdidos entre tantos nudos de pelos. Mi amigo Noé y yo, quienes por cierto, tenemos una facilidad innegable para encontrar animalitos que ayudar en nuestro camino, lo mirábamos atónitos ante la indiferente mirada de todas las personas que pasaban por ahí, ellos nos veían como a unos locos que hablan con los árboles o peor aún con los objetos, como si un perro fuera un objeto. Fue ahí cuando sentí la imperiosa necesidad de ayudarle, no podía dejarlo ahí, hace un mes había donado una caja transportadora mejor conocida como Kennel al albergue de perros donde soy voluntaria y pensé que lo llevaría ahí para que lo atendieran.

Comencé a decirle que no se preocupará más, que ya no sufriría, que yo le iba a cuidar, le revisé las patas y el cuerpo para notificar que no tuviera ninguna lesión y fuera a reaccionar a morderme por dolor cuando la cargará, "ella" recibió todo paciente y con amor, la cargué y contacté a mi amiga Susana, quien venía en camino en su coche para de ahí irnos a una producción, le dije que teníamos una misión, ella aceptó, nos llevamos al perrito en el coche. Le pusimos Marley pues eran tales sus rastas y bolas de pelos, que parecía Bob Marley, en ese momento no me importó si me ensuciaría, si tuviera pulgas, piojos, liandres, garrapatas, nada, me dejó las manos negras de tanta mugre, era una indigente, una vagabunda, pero sin pensarlo me quería dar besos y se recargaba en mi regazo, agradecida de que ya estaba a salvo.

La llevamos al albergue, la bañaron, la raparon y al otro día fui a verla, cuando me vió comenzó a llorar y sólo quería que la cargará, efectivamente era una schnauzzer, crucita pero linda, con un hermoso pelaje sal y pimienta, el destino le había hecho una mala jugada y terminó por ahí pareciendo una estopa llena de aceite, pero era hermosa, ahí vimos que era niña, que no tenía más de 1 1/2 año de vida, sólo estaba flaca, con una dermatitis en la piel, desnutrida y una hernia en el estómago, era un amor, cariñosa, melosa y agradecidísima.

La dejé en el albergue por una semana y al séptimo día fui por ella y la traje a casa en hogar temporal para promoverla en adopción, una amiga se enamoró desde que la vió en mi FCBK y me dijo: ¿Cuándo voy por ella?

Ahora Marley vive en mi casa, con Chankla mi perrita salchicha mini, juegan todo el día, come 2 veces al día, bebe agua a libertad, se deja bañar en la regadera, duerme en una camita de perro, sale a pasear y corre por el parque hundido como un venadito, está en tratamiento para su dermatitis y un resfrío que le dió, y en cuanto se recupere la vamos a operar de la hernia y la esterilizaremos para entregarla a su nueva familia. Vanne, Ivan, los gemelos, el bebé y Carmelo su compañero Basset Hound la esperan con ansía y amor.

Un momento de compasión puede cambiar la vida, cambias su vida y ellos cambian la tuya. Gracias Marley por hacer mi corazón más grande. Te quiero.