Wednesday, February 10, 2010

Ejercicio de amor


Hace tres semanas, casi un mes saliendo de la oficina en el WTC de la Ciudad de México, se topó en mi camino una perrita cruza de schnauzzer. La primera referencia que tuve de ella fue por una compañera que la vió caminando por la zona, obviamente en condiciones deplorables, greñuda, sucia e incluso pensó que era un perrito por la supervivencia que seguramente había tenido que ejercer en su estadía en la calle. La segunda vez y nuestro encuentro de amor, fue junto al restaurante Fillicori, localizado en la explanada del centro de negocios, ahí estaba tiradita intentando tomar un poco de sol o dormir un tanto, recostada sobre su lomo lateral, me acerqué, le empecé a hablar y ni se inmutaba, respiraba con dificultad, se veía muy cansada, incluso pensé que estaba enferma. Como ví que no reaccionaba mucho seguí hablándole, hasta que me animé a acariciarla, ella -cabe destacar que en ese entonces no sabía que era una ella- recibió mis caricias resignada a seguir su fatídico destino y nisiquiera se movió, sólo me miraba con sus ojitos perdidos entre tantos nudos de pelos. Mi amigo Noé y yo, quienes por cierto, tenemos una facilidad innegable para encontrar animalitos que ayudar en nuestro camino, lo mirábamos atónitos ante la indiferente mirada de todas las personas que pasaban por ahí, ellos nos veían como a unos locos que hablan con los árboles o peor aún con los objetos, como si un perro fuera un objeto. Fue ahí cuando sentí la imperiosa necesidad de ayudarle, no podía dejarlo ahí, hace un mes había donado una caja transportadora mejor conocida como Kennel al albergue de perros donde soy voluntaria y pensé que lo llevaría ahí para que lo atendieran.

Comencé a decirle que no se preocupará más, que ya no sufriría, que yo le iba a cuidar, le revisé las patas y el cuerpo para notificar que no tuviera ninguna lesión y fuera a reaccionar a morderme por dolor cuando la cargará, "ella" recibió todo paciente y con amor, la cargué y contacté a mi amiga Susana, quien venía en camino en su coche para de ahí irnos a una producción, le dije que teníamos una misión, ella aceptó, nos llevamos al perrito en el coche. Le pusimos Marley pues eran tales sus rastas y bolas de pelos, que parecía Bob Marley, en ese momento no me importó si me ensuciaría, si tuviera pulgas, piojos, liandres, garrapatas, nada, me dejó las manos negras de tanta mugre, era una indigente, una vagabunda, pero sin pensarlo me quería dar besos y se recargaba en mi regazo, agradecida de que ya estaba a salvo.

La llevamos al albergue, la bañaron, la raparon y al otro día fui a verla, cuando me vió comenzó a llorar y sólo quería que la cargará, efectivamente era una schnauzzer, crucita pero linda, con un hermoso pelaje sal y pimienta, el destino le había hecho una mala jugada y terminó por ahí pareciendo una estopa llena de aceite, pero era hermosa, ahí vimos que era niña, que no tenía más de 1 1/2 año de vida, sólo estaba flaca, con una dermatitis en la piel, desnutrida y una hernia en el estómago, era un amor, cariñosa, melosa y agradecidísima.

La dejé en el albergue por una semana y al séptimo día fui por ella y la traje a casa en hogar temporal para promoverla en adopción, una amiga se enamoró desde que la vió en mi FCBK y me dijo: ¿Cuándo voy por ella?

Ahora Marley vive en mi casa, con Chankla mi perrita salchicha mini, juegan todo el día, come 2 veces al día, bebe agua a libertad, se deja bañar en la regadera, duerme en una camita de perro, sale a pasear y corre por el parque hundido como un venadito, está en tratamiento para su dermatitis y un resfrío que le dió, y en cuanto se recupere la vamos a operar de la hernia y la esterilizaremos para entregarla a su nueva familia. Vanne, Ivan, los gemelos, el bebé y Carmelo su compañero Basset Hound la esperan con ansía y amor.

Un momento de compasión puede cambiar la vida, cambias su vida y ellos cambian la tuya. Gracias Marley por hacer mi corazón más grande. Te quiero.

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