La última vez que lo vi, fue en el concierto de The Residents en el Lunario, se veía contento y me dijo: “Te trajeron, ¿verdad?” a lo que yo repliqué: “Pues en realidad yo lo traje a él, vi que iban a tocar y aunque en mi vida los he escuchado creo que me va a gustar por más loco que esté” y se rió. Yo iba con Carlos a ese concierto de música para locos, como le decía su mamá y él iba con sus amigos satelucos, incluyendo a los de Café Tacuba.
Ayer lo volví a ver, se veía radiante, sonriente, con una playera anaranjada y su saco de piel negra, su piel resplandeciente, como si emanara una luz amarilla brillante. Usaba sus lentes como siempre y se acercaba a mi sonriente con cara de travesura mientras me decía: “Tuve que llegar a cancelar mi mail, todo mundo pensó que andaba de parranda” y se reía, como un niño que hubiera robado unos dulces y lo cacharon sus papás. Como yo cuando una vez en la Papelera escolar vi unas canicas brillantes, hermosas en su bolsita de red en la caja, y así nomás se me hizo fácil agarrarlas y metérmelas en la bolsa de mi chamarra, minutos más tarde cuando llegamos al auto, mi yo interno, ese que no puede mentir y se mete en muchos problemas siempre por eso, me empujó a sacar la bolsa de canicas de mi bolsa para presumirla, yo venía sentada en la parte de atrás del vocho anaranjado de mis papás, y volteando a ver a mi mamá le dije: “¡Mira mami, qué bonitas canicas!”. Mi mamá enseguida me dijo: “¿De dónde las agarraste Moni?” y por supuesto con toda mi carota tuve que ir a devolverlas al gerente de la tienda, aceptando así mi culposa acción, a la fecha cada vez que hago una travesura, sé que tarde o temprano van a cacharme.
Como a Sergio, Serch hizo la travesura de morirse, un domingo a las quien sabe qué horas de la tarde o la mañana, lo único que supe fue que lo encontraron en su cama acostadito, con sus piernitas cruzadas y sus brazitos cruzados escuchando a David Bowie. Hace más de un año le habían robado su colección completa de discos, se habían metido a su casa, con conocimiento de causa por supuesto, y hurtaron los casi mil discos que tenía completitos en un mueble especialmente mandado a hacer para eso: Pink Floyd; The Who; The Cure; The Doors; Joy Division; The Residents; todos se fueron en ese robo. Era mi vecino, vecino de los Tacos del Villamelón y cada vez que pasaba por su casa pensaba en él. Fue todo un ejemplo de paciencia, humildad y luz en vida, no se la complicaba, no tenía great expectations, sólo era él, era, siempre era, siempre él, fue un maestro, no se da uno cuenta hasta que se van, pero fue un buda, que siempre tuve cerca y ahí estuvo… ayer lo volví a ver en mi sueño, me abrazó tan fuerte después de su travesura de morirse y se veía tan radiante, que hasta miedo nos daba en mi sueño decirle a la Chio que su muerte era una broma. En realidad era mi sueño, porque si que se nos fue, se fue de revén a otro mundo más bonito que éste donde la gente no se roba los discos de nadie.
Hoy me desperté contenta, cuando sueño con la gente muerta que se ve más bonita es que ya están bien, seguro está bailando con Ian Curtis en el cielo, echándose unas chelas y burlándose de lo mal que lo pasaban, cuando no lo pasaban bien por acá en la tierra. Descansa en paz, mi Serch, mi maestro.
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